Sin título por el momento.

Así comienza el cuento, que un niño soñó.

Cómo finalice el cuento, dependerá de tu imaginación…

 

―¡Mama! ¿Puedo quedarme un poco más?

―No hijo, ya te he dicho que es muy tarde y mañana tienes que madrugar.

―Es que están poniendo unicornios en la tele y también hay gorleños.

―Ya no sabes que inventar para quedarte un poco más. ¡Vamos, a la cama!

―¡No me lo estoy inventando, mira!

―¡Me da igual, ya es hora, no me hagas enfadar!

 

―¿A qué esperas? Sube que no hay tiempo que perder.

El unicornio galopaba llevado por el viento. Astillo (el gorleño), subido a su lomo manejaba las riendas y yo… yo estaba tras él sujetándome a una de las ramas que salían de su espalda.

―¿Hacia dónde vamos con tanta prisa? ―Le pregunté al gorleño.

Astillo se dio la vuelta y mirándome sorprendido me respondió:

―Tú sabrás. Que yo sepa este es tu sueño. Hace un rato estabas viendo la tele, te has ido a la cama y te has presentado aquí.  Estábamos los dos tranquilamente, el unicornio pastando a la sombra de mi árbol y yo disfrutando de este espléndido día y en un  momento, nos hemos visto galopando a toda prisa. Creo que sería bueno que te aclararas y nos dijeras tú hacia dónde vamos.

―¡Hacia el oeste! No te digo. «Yo qué sé hacia dónde» ―Pensé.

El unicornio, sin reducir su escalofriante velocidad, efectuó un giro de unos ciento veinte grados hacia la derecha.  Astillo, por efecto de la inercia se quedó de lado sobre el unicornio con una de sus piernas agarradas al lomo y la otra rodeando su barriga. Yo salí volando pero conseguí aferrarme con fuerza a la rama que salía de su espalda. Cuando el unicornio enfiló el rumbo hacia el oeste, el gorleño recuperó su postura original y yo… yo conseguí volver a la posición más digna que me fue posible.

―¿Y qué hay en el oeste? ―Me preguntó el gorleño.

«Está claro que este gorleño no distingue el tono de las contestaciones» ―Pensé.

―Pues indios y vaqueros ―le dije―. « Desde luego, que pregunta más tonta».

Un grupo de sesenta indios nos seguía a todo galope. Iban pintados con pinturas de guerra, gritaban y disparaban flechas que se clavaban en la tierra al lado de las patas de nuestro caballo. Cada vez estaban más cerca. El unicornio era muy veloz pero el peso del gorleño y el mío le hacía ir menos ligero que los ponis de los indios.

―¿Qué está pasando? ―me preguntó el gorleño― ¿De dónde han salido todos estos indios?

―Y  yo que sé ―le contesté―, ¿te crees que decido yo si estamos aquí o en la luna?

―Nave de reconocimiento llamando a base estelar, ¿me reciben?

―Adelante, le recibimos alto y claro.

―Patrulla de reconocimiento informando sobre una anomalía detectada en la superficie de la luna.

―Adelante comandante, informe.

―Hemos detectado movimiento en la superficie. Un niño humano y un gorleño cabalgan a toda prisa entre los cráteres sobre un unicornio…

―Manden una patrulla a inspeccionar inmediatamente y manténganos informados.

―A sus órdenes, corto y cierro.

―¿Qué es eso? ―pregunté.

―Yo diría que una nave de reconocimiento ―respondió Astillo.

El unicornio se paró y tras una fuerte sacudida nos lanzó a los dos al suelo…

―¡Se ha acabado! ¡Yo no SIGO galopando sin sentido!

Los dos nos quedamos sentados en el suelo mirando al unicornio.

―O nos ponemos de acuerdo y decidimos hacia dónde vamos―se impuso el unicornio―, o por mucho que sea tu sueño, pequeño mocoso, yo me vuelvo a mi pradera a pastar y aquí se acaba tu historia.

―Bien pequeño, el unicornio parece que lo tiene claro y yo sinceramente también estaba muy bien debajo de mi árbol disfrutando del día. Si tienes alguna idea clara de lo que quieres hacer, perfecto, si no es así, aquí te quedas.

Astillo le comentó que en todos los bosques del mundo pasan cosas. Unas son muy bonitas: Cuando brota la primavera, cuando las hadas del rocío de la mañana brillan dentro de sus gotas. Otras no lo son tanto: Cuando hay disputas entre los anímales, o entre las criaturas que viven en los bosques. En ocasiones hay humanos que corren grandes aventuras y en casi todas, los gorleños nos vemos involucrados.  Tu sueño lo puedes dirigir hacia donde tú quieras. Yo solamente te he dado una pista…

 

(Vale. La idea, es una idea loca que pretende desarrollar un despropósito de acelerados y descontrolados acontecimientos. Poco a poco, el niño descubre que puede controlar su sueño  y que es capaz de ir a donde le plazca, eso sí, desde el principio y para este fin precisa de un vehículo que es el unicornio, con el que tendrá que negociar para que no le deje tirado y un guía, Astillo, que será quien lo cuide y al tiempo, de alguna forma, la voz de la conciencia que le frene, anime, oriente… siempre dependiendo de la circunstancia).  

 

«¡¡¡UFFF!!! Tengo que pensar algo. ¿Cómo me dejen aquí en la luna?... ¡VAYA! Qué tontería, ¿Cómo me van a dejar si es mi sueño? Pues ahora les dejo yo aquí y me voy a la playa a jugar. «¡BUENO!  ¿Y ahora qué pasa? ¿Por qué no estoy en la playa?» ―Pensé.

―¡¡A QUE ME ENFADO Y ME DESPIERTO!! ―Gritó el niño nervioso y encolerizado.

(¡Ehhh! Narrador, que somos niños. ¿Qué es eso de encolerizado? ¿Qué le salió, una cola?)

…¡¡A QUE ME ENFADO Y ME DESPIERTO!! ―Gritó el niño nervioso y muy, pero que muy enfadado.

―¡JA! No te queda nada ―Le dijo el unicornio―. Hasta las ocho de la mañana no le sonará el despertador a tu madre y no te levantará por lo menos hasta y veinte.

Astillo intervino para poner un poco de paz. Un niño enfadado y nervioso y un testarudo unicornio cansado de que un mocoso, le haga correr sin sentido hacia cualquier parte…

―¿Por qué no intentamos llevarnos bien?  ―Les dijo― picándoos el uno al otro no conseguiremos nada.

―Pues yo voy a ir a donde quiera ―Dijo el niño mirando por encima del hombro al unicornio.

―Pues ya veremos a ver si te llevo ―Contestó el unicornio en tono provocativo.

―¡Basta! ―Ordenó tajante el gorleño.

―Basta es una mujer gorda y ordinaria ―respondió insolente el unicornio.

(¡Ehhh! Narrador, otra vez, que somos niños. Lo de insolente lo entiendo que a veces me lo dice mi madre pero…  ¿tajante?

…¡Basta! ―Ordenó _______ el gorleño.

―Basta es una mujer gorda y ordinaria ―respondió insolente el unicornio.

El niño miró hacia él y al momento comenzó a reír. La contestación de este le había hecho tanta gracia que no lo pudo evitar. El unicornio también comenzó e reír y aquella situación fue aprovechada por Astillo que les comentó:

―Veo que ya habéis hecho las paces. ¿Qué tal si aprovechamos el tiempo y nos vamos a la playa a pensar lo que queremos hacer?

―Sí, pero nos ponemos a la sombra del árbol que hay a la orilla y que tiene hierba fresca alrededor  ―Quiso imponer el unicornio.

El niño y el gorleño se miraron, sonrieron, y a la vez dijeron:

―¡Vaalee, lo que tú digas!...

 

Sí, soy yo, el narrador y sí, estoy hablando contigo. No, no mires a tú alrededor eres tú quien está leyendo esto, no hay nadie más. No te asustes, no pasa nada, ¿Qué es que nunca antes te había hablado un cuento o un libro? Te estoy hablando a ti porque no quiero que lo leas y ya está. «Hay que bonito. Me ha gustado mucho». NO… Quiero pedirte que te relajes, que  te tomes tu tiempo. Si tienes en la cabeza que tienes que hacer no sé cuántas cosas no sigas leyendo, déjalo para otro momento en que tengas tiempo y tranquilidad... 

¿Estás ahí? Perfecto. Ya sabes que el niño, que aún no sabemos cómo se llama, está en la playa con Astillo, el gorleño, y con el unicornio, que por cierto, tampoco sabemos cómo se llama. Quiero que imagines, e incluso visualices (¡ehhh narrador) Quiero que imagines, e incluso seas capaz de ver, en tu cabeza, la playa que más te guste, la más estupenda que puedas imaginar, y que sea el lugar donde te sientas realmente bien… ¿Ya has llegado? ¿Hace calorcito Ehhh? ¿A que mola?

Ahora no abras los ojos y mira hacia el bosque que llega a la orilla de la playa, ¿los ves? Sí, los que están debajo del gran árbol… ¿Son ellos? ¿Por qué no te acercas, les preguntas cómo se llaman y nos cuentas lo que están hablando? Seguro que están a punto de vivir alguna aventura, o se están contando algo interesante que les ha pasado, o se están contando chistes, o…

¡Que sepas que te he pillado, has abierto los ojos! ¿Cómo qué no? y entonces… ¿Cómo es que has leído esto? Vale, no importa, ahora sí que ha llegado el momento, ciérralos, ¿ya están? Bien, ya estás con ellos a la sombra del gran árbol, vive ese momento y cuando abras los ojos escribe lo que has vivido o lo que te han contado. Cuando nosotros lo leamos también cerraremos los ojos y la historia que nos relates, la podremos soñar. ¡Te he pillado otra vez, tienes los ojos abiertos! Ciérralos…

 

Os he puesto esto para que cada uno escriba lo que le venga en gana. Las únicas normas ya casi han sido explicadas:

El niño es el que sueña. Tiene ocho años. Es un tanto alocado, inconsciente ante el peligro, aventurero, picotero, apasionado, y con una desbordante imaginación que en ocasiones le sumerge en situaciones límite.

Siempre le acompaña el unicornio que es el que le lleva de una historia, u ocurrencia a otra. Este es testarudo y no le gusta que le manden y manejen. Siempre quiere que se tenga en cuenta su opinión.

Astillo, el gorleño siempre va con ellos. Es como el prudente, el que le cuida, orienta, defiende, protege… En definitiva el que le saca de todos los líos.

Las historias que contéis han de ser muy cortas y ágiles. No se trata de que escribamos una cada uno, escribiremos cuantas queramos o nos salgan. Se trata de saltar de una historia a otra sin que estas tengan relación ni sentido que las encadene. Todas las sueña el niño y él mezcla sus sueños. El unicornio acabará realmente desesperado y Astillo el gorleño… veremos cómo acaba.

Creo que con estos datos será suficiente para que comencéis a escribir vuestro alocado, simpático, serio, tierno de oso amoroso, terrorífico… fragmento de sueño.

Todo lo que se escriba se irá colgando, todos lo podremos leer y servirá para desarrollar toda la trama.   

Por el momento no os digo nada más.

Ahora sí que va en serio. Cerrar los ojos y… a soñar.