Última entrega: Soto.

El gorleño se acercó al árbol, dejó al oso en el suelo y se dispuso a hablar:

—Nuestro amigo el oso no ha muerto. El dios del mal no lo aceptó como presente. Solamente ha sufrido algunas quemaduras, pero con nuestra ayuda se recuperará y volverá a correr por el bosque.

         —¿Y tú, cómo es qué estás vivo? Tu árbol se ha muerto —afirmó Jorge.

         —No, mi árbol no se ha muerto: al caerse se rompieron sus raíces y este se murió, eso sí es cierto, pero una raíz quedó bien firme y prendida en la tierra. Con los primeros rayos del sol de esta mañana, salió una ramita y en esta brotó una diminuta hoja verde. Mi árbol no ha muerto, ha vuelto a nacer. Es cierto que va a pasar mucho tiempo hasta que pueda descansar abrazado a su tronco, pero no importa, tengo mucho tiempo, me sentaré a su lado… y lo cuidaré.